Los mejores momentos que me ha dado la danza, siempre fueron después de la clase, investigando mi propia forma, textura, ritmo y sensaciones con el movimiento... con o sin música, en las diferentes estaciones climáticas y emocionales

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Entonces comencé a enseñar a un pequeño grupo de mujeres inmigrantes sin formación previa y con ellas mis dudas técnicas se disolvieron, volviendo al ritual, el acto primitivo que nos conecta de nuevo con la tierra y con nosotras mismas, compartiendo y recibiendo su energía amorosa y contenedora al mismo tiempo

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El arte traspasa las barreras sociales y utilizo la danza como herramienta entre la integración, el ritual y el disfrute

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Por eso he diseñado un taller que me gusta compartir, de forma privada para grupos reducidos y de forma voluntaria para personas en riesgo de exclusión social

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Si tienes una fundación, un evento o una iniciativa social, ponte en contacto conmigo y estaré encantada de compartir ideas y colaborar contigo.